Abstract
La filosofia debe ser breve, como la vida, a la cual está destinada. Esta idea debe corregir el universalismo y la atemporalidad que han dominado cada vez más la Ética Filosófica en su concepción de la virtud y la norma. El autor analiza para ello tres aspectos: 1. La condición temporal de la vida humana, sobre todo las implicaciones positivas de su brevedad, 2. El estar fuera de nuestro control de los comienzos y los fines en que se inscribe nuestra acción, 3. El sentido antropológico de la fatiga. Si la vida buena tiene que ser realizada en y con el tiempo y no a pesar de él, la función de la reflexión moral debe evitar dos peligros: sobrevalorarse o infravalorarse.