Abstract
La doctrina de Vitoria con respecto a que los derechos humanos —naturales o «de gentes», no importa si al margen de la fe y el cristianismo—, están muy por encima del poder y la jurisdicción del Papa o el Emperador, se infiltré de tal forma en el modo de pensar posterior, que, a pesar de haber olvidado al propio Vitoria como su fundador o, al menos, su principal impulsor, prevaleció en la mente de los grandes pensadores posteriores y se va viendo calcada tanto en la realidad histórica o las relaciones sociales de nuestro tiempo, como en la propia Constitución de las diferentes democracias actuales