Abstract

Después de haber reafirmado que el horizonte ético de la Doctrina Social de la Iglesia es aquel del bien común, y después de haber ilustrado las razones por las cuales se puede sostener que la temática económico-social es magna pars del pensamiento de Juan Pablo II este ensayo enfoca la atención sobre tres cuestiones especificas. La primera concierne la relación entre trabajo y persona humana; la segunda se refiere a la nueva pobreza ampliamente difundida incluso en las sociedades avanzadas,' la tercera tiene por objeto el rol del principio de subsidiariedad en la articulación del nuevo modelo de welfare.El artículo se cierra con la consideración que al cristiano no le puede bastar un discurso solamente centrado sobre los valores de la libertad y de la justicia. La añadidura que el cristiano hace propia es la perspectiva de la sociedad fraterna, una sociedad en la cual la caridad no es relegada a la sola esfera privada