Abstract
La teoría de la ley natural de Francisco Suárez ha sido objeto de interpretaciones radicalmente divergentes. Como norma general, los comentaristas que acusan o alaban a Suárez por apartarse de Tomás de Aquino y por adoptar principios filosóficos nominalistas, generalmente lo consideran un voluntarista, mientras que los estudiosos que ven en él un innovador creativo dentro del ala tomista, se inclinan por considerarlo como una especie de racionalista que rechaza claramente el voluntarismo de Ockham y Escoto. Un tercer tipo de interpretación sugiere que Suárez se apartó de la tradición tomista de la ley natural en una dirección opuesta, de modo tal que preparó el camino para el racionalismo moderno y la teoría secularizada de la ley natural. El punto de partida de esta última lectura reside en que él "concede lo esencial", o “está cerca de conceder la substancia” de la posición intelectualista de Gabriel Vázquez, o "es llevado al umbral de” su aceptación. Por tanto, “fundamentalmente, las voluntad divina sigue estando también en Suárez ligada a la naturaleza racional de las cosas. […] Al bien o mal existente en sí mismo, la voluntad de Dios solo añade la obligación especial de la ley divina”, visión que está a solo un paso de la famosa hipótesis del “etiamsi daremus” de Grocio. Este artículo intenta principalmente refutar esta línea de argumentación. Defenderé que los elementos voluntaristas de la síntesis de Suárez excluyen absolutamente tal interpretación, no solo su bien conocido concepto general de ley, sino también su habitualmente descuidada noción de 'ley eterna', a la que atribuyo un papel clave a este respecto.