Abstract

Si observamos con detenimiento la realidad, veremos que no hay efecto sin fin, de modo que la subordinación de todos los agentes se lleva a cabo en función de los fines para los que están dispuestos, pues todo lo que se realiza, se realiza en vista de un fin. Sin embargo, el materialismo racionalista, empirista e idealista, sólo acepta que hay un bien útil o deleitable y rechaza el bien honesto y al negar la finalidad en la que lo imperfecto se subordina a lo perfecto, no sólo se excluye a Dios, sino que, una vez que una persona muere, no hay más que la descomposición del cuerpo quedando descartada la trascendencia. Por otra parte, la negación del principio de finalidad también afecta el primer principio práctico que es la sindéresis con lo que se compromete el orden moral. Esa es la razón por la que vemos importante recuperar el pensamiento de santo Tomás de Aquino y algunas de sus implicaciones en torno al principio de finalidad, ya que, al presentar la universalidad, evidencia e importancia del principio de finalidad, santo Tomás demuestra la apertura del hombre a la trascendencia y el orden moral que se requiere para alcanzarla.