Abstract
La filosofía, en su pretensión de ser un discurso ceñido a lo real, tiene que rendir cuentas a lo que en este artículo llamamos “presencia”, es decir, a la condición fenoménica de todo ente que se presenta al psiquismo. En este sentido, encontramos que Kant, estableciendo su idealismo trascendental, se atiene a la presencia hasta que el sujeto aparece y lo presente parece cambiar de fundamento. En este momento aparece la doctrina de la ciencia de Fichte, planteando la presencia en otros términos que, de ser correctos, nos permiten acceder a una nueva dimensión de la filosofía.