Abstract
Frente al auge de las utopías científicas, ilustradas y progresistas de finales del s. XIX se alzaron ofertas de sentido alternativas. Algunas fueron articuladas a través de un pensamiento conservador y una metanarrativa cristiana, trascendente y ultramundana. Recurriremos al ejemplo de C. S. Lewis, que presentó su respuesta a la tecno-utopía en su ensayo La abolición del hombre así como en la novela Esa horrible fortaleza, conclusión de la Trilogía cósmica. Presentaremos su impugnación por medio de tres argumentos distintos: frente al proyecto de condicionamiento de la personalidad, la educación es un vínculo de continuidad con el pasado y de respeto hacia la tradición; ante el ateísmo metodológico de estas distopías, Lewis defenderá el fundamento metafísico y trascendente de la imperfecta condición humana; responderá a la arrogancia de la ingeniería social y política que reduce el poder a un criterio técnico de saber instrumental con el modesto lenguaje de la política.