Abstract
En la globalización, la diferenciación funcional de la sociedad en diversos subsistemas cuasi autónomos se ha agudizado, en desmedro de la dirección política de la sociedad desde la legislación y el gobierno. En la nueva sociedad acéntrica o policéntrica, priman la técnica y el rol social, con una progresiva despersonalización. Tienden a prevalecer los medios de comunicación y la visión de la cultura como información, centrada en un presente que, por la ausencia de proyección, tiende a lo ilusorio. El pensamiento social católico enfrenta el desafío de encontrar el arraigo que le permita ser fiel a su patrimonio sapiencial: recuperar la totalidad de la persona -que no se agota en sus roles- en el ámbito de la cultura, entendida como espacio de transformación personal, y en donde en la libertad se recibe el don de Dios para ofrecerlo luego como donación a los otros. La cultura es solidaridad intergeneracional que hace sustentable a la sociedad. Especialmente, el pensamiento social católico podría insertarse en el mundo del trabajo, la educación y los medios de comunicación.