Abstract
¿Qué experiencia de Cristo tienen los jóvenes de los 90? ¿Somos capaces los creyentes de aceptar los retos que nos plantea la situación de los nuevos jóvenes? ¿Qué tenemos que hacer para acompañar a los jóvenes en su experiencia de Cristo hoy, para que esta experiencia sea significativa e impregne y transforme sus vidas? Atendiendo a los nuevos contextos, en los que la cultura del fragmento deja de lado las preguntas últimas y cierra la puerta a las respuestas totalizadoras a la pregunta por el sentido de la realidad, acompañar a los jóvenes en la fe pasa necesariamente por situarlos ante la pregunta por la propia vida. Además, es necesario volver a plantear la propuesta razonable de Dios, tenazmente persistente en la felicidad del hombre, que se nos revela en Cristo como oferta salvadora.