Abstract
Descartes consolida el paso de la ciencia de la verdad a la ciencia del hombre. En esta prima un cura sui, que acabará fortaleciendo al sujeto interiormente y desenfocando al otro. Todo hombre podría ser sabio; si bien, no desde la experiencia de la conciencia como ejercicio metódico y teórico del alma; pero sí como forma de vida que educa el fortalecimiento de la voluntad. La generosidad será la forma de la virtud, y si bien esta incluye las formas del amor, el cogito cartesiano no logra salir de la auto-referencialidad.