Abstract
El descenso de la actividad económica y de los ingresos públicos durante el periodo de la crisis sanitaria sigue afectando los presupuestos de los países africanos. Estas dificultades financieras se deben, por una parte, al aumento de los gastos sanitarios y, por otra, al apoyo prestado a hogares y empresas durante el periodo de confinamiento. Esta situación limita la acción de los gobiernos en la prosecución de transformaciones estructurales. Los recursos provenientes de financiamiento externo han disminuido, con una caída en picada de los flujos netos de capital hacia los países de renta baja y media-baja. El aumento de los tipos de interés en los países desarrollados podría empujar a las naciones muy endeudadas a una crisis de deuda. La situación se agrava aún más por la disminución de los ingresos en divisas. El objetivo del artículo es esbozar las principales causas de la falta de financiación en África, la cual obstaculiza la continuación de las transformaciones estructurales y la consecución del nivel de desarrollo deseado. Al mismo tiempo, destaca las oportunidades de desarrollo y de mejor integración en la economía mundial que se derivan de esta crisis. Esto necesariamente requerirá la puesta en marcha de sistemas de financiación innovadores y resilientes.