Abstract
La Iglesia, en su tarea educativa ha dirigido en el último siglo y medio diversos documentos para regular el estudio de la filosofía en los centros de estudios teológicos y seminarios, así como en Instituciones específicas de formación filosófica, como las Facultades Eclesiásticas. Desde la Encíclica Aeterni Patris de León XIII, primera en la que un Pontífice regula exclusivamente los estudios filosóficos, hasta el reciente Decreto de la Congregación para la Educación Católica, podemos ver el empeño de la Santa Sede por una educación sólida y cualificada que provea a los alumnos de resortes con los que comprender críticamente la realidad.