Abstract
En el presente artículo se expone una reflexión sobre la deriva actual de la educación a partir del pensamiento de Martha Nussbaum. Sometida a los imperativos del crecimiento económico, la educación es vista como una mera herramienta para triunfar en el mercado laboral, y las artes y las humanidades se están viendo cada vez más marginadas en los programas de estudios. Hablaremos del cultivo de la imaginación empática y de la compasión como mecanismos que nos ayudan a comprender a personas distintas de nosotros, y a preocuparnos por ellos. Veremos cómo el papel de estas emociones resulta relevante para impulsarnos a ayudar a aquél que se encuentra en una situación de vulnerabilidad o sufrimiento. Por ello, defenderemos que el cultivo de estas emociones puede forjar una mejor agencia moral, y también mejorar nuestra faceta como ciudadanos, haciéndonos más sensibles a las necesidades de los demás e inclinando nuestras decisiones políticas hacia la cooperación y la solidaridad.