Abstract
La ira interior, la tristeza, el disgusto, el nerviosismo, la impotencia, más que conceptos, son en realidad sentimientos que por carne propia podemos experimentar, además de ser constantes dentro de nuestra vida anímica, incluso más que el sentido de gozo y placer, que tanto buscamos dentro de nuestras actividades ordinarias. Sin embargo, al experimentar estas emociones en sí mismas parecen no generar algún problema mayor. El problema mismo viene en la acción para poder colmar estas intensas emociones que muchas veces se presentan dentro de nosotros mismos “como criterio el dolor es inmutable, variable es, en cambio, el modo y manera como el ser humano se enfrenta a él”.