Abstract
No vive la descentralización un buen momento. Contra ella se han enfilado potentes baterías que quieren limitarla. La responsabilizan, sin razón, de ser la causante del enorme déficit fiscal de la Nación. El presidente Uribe considera que “Esa fórmula es insostenible. Si me dicen que hay que regresar a esa fórmula yo no me siento capaz de despejar el futuro macroeconómico de la Nación en este Gobierno.” Así que de nuevo los medios de financiación de la descentralización están en discusión. Por la importancia que tiene esta iniciativa para el futuro de municipios y departamentos, es previsible que se convierta en uno de los puntos centrales del debate nacional de los próximos meses. Aunque nadie desconoce la necesidad de descentralizar y todos reconocen los logros alcanzados a partir del comienzo del proceso en 1986, los recursos que le dan viabilidad y la sostienen corren graves peligros.