Abstract
El centro histórico de San Miguel de Tucumán está conformado por el área fundacional (1685) y el área del ensanche (1872). En total reúne 252 manzanas que concentran la mayor cantidad de las expresiones del patrimonio arquitectónico y urbano local y, a la manera de un palimpsesto, aún se leen las huellas de la cuadrícula fundacional, las intervenciones urbanas decimonónicas y la impronta de las construcciones del siglo XIX. Sin embargo, desde las últimas décadas del siglo XX, se manifiestan notas de la modernidad que produjeron profundas tensiones. En un ambiente pluritemporal, la coexistencia del centro histórico con el área central encuentra una condición paradojal, la permanencia y el cambio, en un escenario de tensión como en la mayoría de sus pares latinoamericanas. Se define entonces un cuadro de situación compartido que nos habilita a reflexionar sobre la complejización del abordaje patrimonial en la actualidad. En la década de 1990, desde el Instituto de Historia (FAU, UNT) se realiza una significativa contribución que aporta entre otras ideas, bases técnico-legales para la protección del patrimonio. Los resultados obtenidos han marcado el pulso del patrimonio en la ciudad y, aún pasados más de 20 años, su impronta se mantiene. Sobre la base de esta construcción metodológica y normativa, se realiza un estudio en profundidad desde la perspectiva histórico-patrimonial. Se analizan los trazos de estas ideas-acciones en la evolución de la ciudad y se recuperan y amplían diferentes nociones que nos permiten interpretar los conflictos y las oportunidades que acompañan a los procesos de cambio y transformación sucedidos, exponiendo sus tensiones y divergencias, así como los mecanismos que se activan para su salvaguarda.