Abstract
La conciencia de la muerte determina nuestra proyección hacia el mundo. Esta determinación es la que permite pensar simbólicamente la existencia, es decir, elabora arquitecturas conceptuales que se abren hacia el futuro a partir de lo ya vivido. La finitud, a raíz de esto, se vuelve el eje central del sujeto. Frente a esta conciencia, el transhumanismo postula una superación de los límites a través de la tecnología. Lo tecnológico impulsa los sueños de la inmortalidad. En este sentido, el presente artículo busca ahondar en el debate entre las filosofías de la finitud y los proyectos de mejoramiento humano.