Abstract
A principios del siglo XVII, el imperio chino quedó abierto a las órdenes mendicantes gracias a una bula papal que puso fin al monopolio que hasta entonces habían tenido los jesuitas. A partir de entonces, los franciscanos y dominicos, y algunos años después los agustinos, empezaron a entrar en China para predicar y evangelizar allí. Los dominicos adoptaron como método de predicación la instalación permanente de los religiosos en los lugares de evangelización y defendieron el aprendizaje de la lengua de aquellos a los que iban a evangelizar. Por ello, en los libros que escribieron acerca de China incluyeron nociones acera de la lengua y la escritura chinas. El objetivo de este artículo es analizar las informaciones sobre la lengua y la escritura chinas incluidas en una de las obras más importantes sobre China del siglo XVII, los Tratados históricos, políticos, éticos y religiosos de la monarquía de China, del dominico Domingo Fernández de Navarrete.