Abstract

Dentro del más amplio contexto europeo, esta obra se propone incorporar toda la variedad de corrientes e influjos que caracterizan al pensamiento español del siglo XVIII, sin por ello renunciar a establecer su relación con las circunstancias más propiamente históricas. Al abordar este período apenas explorado del pensamiento español, Francisco Sánchez-Blanco rompe con uno de los mitos de nuestra historiografía - la tesis del supuesto "afrancesamiento" de la cultura española- y sostiene que ésta se alimenta por igual de otras influencias, en particular de las provenientes de Inglaterra. En su esclarecedor y original análisis, el autor parte de la base de que no se puede reducir el siglo a un solo proceso, el de la Ilustración, sino que es necesario captar la dinámica global del pensamiento, que transcurre en direcciones más contrapuestas de lo que permite ver esa definición.