Abstract
La interpretación usual de la Modernidad es la de una época de cambio radical por respecto a los modelos tradicionales de pensamiento, en la filosofía, en las ciencias o en las artes. En ese sentido, se habría producido una revolución, del Renacimiento en adelante, que dejó atrás los saberes de la Antigüedad, y esto parece claro en el caso de la concepción del pensamiento filosófico como ars vivendi que, supuestamente, se hundió en el olvido hasta prácticamente nuestros días. No obstante, si se atiende a la obra de autores como Michel de Montaigne o René Descartes es posible encontrar una propuesta de filosofía como forma de vida distintivamente moderna. En el primer caso, Montaigne puede parecer simplemente un heredero de los pensadores griegos y romanos, pero su filosofía vital se separa claramente del arte de vivir de la Antigüedad. En el segundo, quizá el más claro ejemplo de un filósofo en apariencia desinteresado por cuestiones morales, encontramos también una novedosa propuesta de ars vivendi, donde el conocimiento y el cuidado de sí continúan tan vigentes como en los clásicos, aunque todo se diga de otra manera.