Abstract

Para la concepción de los pensadores de la época positivista, la ciencia es la única forma de conocimiento posible y el método de la ciencia es el único válido. Los positivistas no admiten, por tanto, el recurso a las causas o principios que no sean reconducibles al método de la ciencia, pues consideran que éstos no hacen avanzar al conocimiento y los consideran una peligrosa forma de recaer en la metafísica. A la filosofía le compete prácticamente un único empeño, el de enunciar principios comunes a las diversas ciencias. Tiene la función de reunir y coordinar los resultados de las ciencias particulares, de modo que se dé un conocimiento unificado y general. Contrariamente, Jaspers y Weizsäcker consideran a la ciencia y a la filosofía como dos caminos distintos que conducen al conocimiento. Al querer salvar las relaciones entre ambas disciplinas, ellos han tenido que colocarlas en planos distintos. Sin embargo, se trata de una distinción de tipo metodológico y de contenido que requiere necesariamente una conciliación. Esto porque el límite fundamental del conocimiento científico reside precisamente en la naturaleza de su procedimiento metodológico. La ciencia - vinculada por su método que le impone atenerse a la objetividad construida mediante hipótesis - no alcanza la verdad de las cosas, sino exclusivamente su exactitud. Por tanto, las ciencias no conocen al mundo, sino al orden del mundo que han hipnotizado. Contra esta tendencia, Jaspers reaccionó afirmando que los científicos deben aprender a pensar, y que ese objetivo pedagógico deber ser perseguido por la filosofía