Abstract

El ataque deliberado de Hamás el 7 de octubre contra civiles inocentes es absolutamente inicuo. Por lo tanto, debe ser condenado universalmente. Y, sin embargo, me pregunto cómo un reconocimiento universal de un deber absoluto de respeto por la dignidad humana puede ayudar a resolver el conflicto existencial al que se enfrentan israelíes y palestinos. Idealmente, una solución de dos Estados propuesta por la comunidad internacional puede ser vista como un compromiso razonable y justo. Sin embargo, la realidad sobre el terreno es diferente. Hasta ahora, la existencia de un Estado ha impedido la existencia de otro, sin que se vislumbre el final de su violencia mutuamente destructiva. Su conflicto exige que las personas razonables e imparciales traten de entenderlo de manera holística y de ofrecer una evaluación justa de este conflicto insoluble sin relativizar el sufrimiento humano inmerecido de todos los involucrados y afectados por él.