Abstract
La novedad de las prácticas filosóficas asociadas a la fundación del Instituto de Filosofía de la Universidad Nacional y a la revista Ideas y valores, proyecto intelectual conocido a posteriori como la “normalización” de la filosofía, no depende de una inusitada inserción de la actividad filosófica en la cultura nacional. Más bien, lo nuevo en los trabajos filosóficos de los primeros normalizadores fue concebir la actividad filosófica universitaria, por un lado, como un producto cultural y, por otro, como una práctica profesional urgida de un desarrollo técnico conforme a estándares internacionales. En este artículo se muestra que, en el proceso de asimilación de esta novedad, la actividad filosófica se fue distanciando de su dimensión cultural.