Abstract
Un hecho innegable, dentro del amplísimo campo de estudios sobre la losofía griega antigua, es el crecimiento, durante las últimas décadas, de investigaciones atinentes a autores relegados durante buena parte del siglo XX por ser considerados irrelevantes o de escasa valía. Esta a rmación, que toca indudablemente al campo de las losofías socráticas a partir del iniciático trabajo de Gabrielle Giannantoni y, dentro de la lengua castellana, a la ampliación y traducción de esa edición por parte de Claudia Mársico, abarca a Jenofonte. El lósofo, mercenario e historiógrafo ateniense, junto con Platón privilegiado con el mote de “socrático mayor”, ha sido objeto de una renovada corriente en los últimos treinta años. Buena parte de este restaurado interés –que se ubica en línea con el amplio valor de Jenofonte para los estudiosos desde la Antigüedad clásica hasta el siglo XIX–, está centrado en la Ciropedia, famosísimo texto que retrata la vida y carácter de Ciro, fundador del Imperio Persa, adelantando lo que luego serían los denominados “espejos de príncipes”.