Abstract
Toda reflexión está hecha desde una cultura, desde una circunstancia concreta y, por tanto, es limitada en cuanto a su expresión y alcance. Pero hay hombres que parecen gozar de una perenne actualidad por ser capaces de abrirse paso a otras culturas y hombres. Esos son los que se atienden a lo que es primordial en el hombre, a sus interrogantes esenciales, a sus deseos más apasionados, a sus inquietudes más profundas. Entre ellos podemos contar a un español universal, apasionado por la vida, esta vida que dejaba en 1936, después de pasarse la vida esperando que la muerte fuera «tal vez, más llegada, partida»: Don Miguel de Unamuno.