Abstract
Los teóricos que defienden las técnicas de modificación genética sin algún conservadurismo argumentan que éstas aumentarán nuestras capacidades y, también, evitarán el dolor innecesario junto con algunos tipos de sufrimiento humano. Autores transhumanistas como Nick Bostrom, Natasha Vita-More y Max More, no sólo minusvaloran los riesgos del uso de biotecnología –así como la técnica CRISPR-CAS9–, sino que asumen que vivir una vida humana plena se relaciona en proporción directa con el pleno gozo de nuestras habilidades físicas e intelectuales y con la ausencia de dolor o sufrimiento. No obstante, la visión de algunos teóricos sobre la discapacidad como Fiona Campbell, Elizabeth Barnes y Bárbara Arneil, insisten en que las limitaciones humanas no deberían ser vistas de manera trágica o como una desgracia; al contrario, argumentan que es posible vivir plenamente desde la diversidad funcional (o discapacidad). Por tanto, en este artículo ponemos a prueba ambos supuestos, a partir de la idea de discapacidad y, así, mostraremos si es que la felicidad depende fuertemente de la funcionalidad del cuerpo humano.