Abstract
En este texto se aborda la cuestión del tipo de violencia que llevó a la matanza de Tlatelolco, en 1968, y a la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa en la llamada “noche de Iguala”, 46 años después. El primero fue el suceso más relevante después de la Revolución mexicana; el segundo, desnudó la colusión de un Estado corrupto con el crimen organizado. Sin duda, en ambos acontecimientos hay una violencia estructural e institucional atribuible al Estado. No obstante, es necesario ir más allá para señalar las particularidades de cada uno y la manera como se vinculan, a pesar de las décadas que los separan.