Abstract
La humildad copernicana establece que el Universo es un lugar homogéneo en el que las leyes aplican indistintamente en cualquier lugar, es decir, no existe un centro o lugar privilegiado. En ese sentido el lugar que ocupa la Tierra en el Universo es como cualquier otro, nada especial y mucho menos relacionado al favor de un Dios omnipotente cuya creación favorita sea el ser humano. Siendo esto así, sería entonces factible pensar la existencia de muchos otros planetas que como la Tierra alberguen vida y sustenten civilizaciones tan o más avanzadas como la nuestra. Sin embargo, ¿por qué aún no hemos contactado con otras civilizaciones? Esto último se conoce como la paradoja de Fermi. ¿Por qué si la Tierra es solo un punto más en el Universo parece que no hay otras Tierras y otros seres inteligentes con quienes contactar? Una posible solución que intentamos discutir en el presente texto es la Hipótesis de la Tierra Rara, según la cual, en efecto, el planeta Tierra es una cosa extraordinaria en el universo. Más allá de discutir la plausibilidad de esta hipótesis frente a otras, interesa puntualizar algunos corolarios que se siguen de la misma, y su implicación para el copernicanismo desde un punto de vista filosófico.