Argos 7 (19):3-16 (
2019)
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Abstract
La palabra “Grimorio” deviene del provenzal “Grammaire noir” traducible como “Gramática negra” o “Gramática de la oscuridad”. Estos son los libros de magia utilizados por brujas y hechiceros desde que el Diablo formó parte de la imaginería popular. Parecería contradictorio que un texto sagrado —siguiendo las ideas de Roger Caillois y James Frazer—, correspondería con la “escrituralidad”: la estructura de su mensaje debería ser puntual y científica; pero hay ejemplos donde no se respeta esto. Dentro de la literatura fantástica hispanoamericana encontramos manuscritos y libros sagrados con una gran carga de oralidad: el argentino Enrique Anderson Imbert con su cuento “El Grimorio” donde, más que una gramática, parece una historia dedicada a alguien. Para este estudio se utilizará la novela corta de Emiliano González: El discípulo; una novela de horror sobrenatural ; donde aparece una versión extraña de un grimorio. La estrategia de análisis parte de los estudios sobre la evolución y uso cotidiano de la lengua de Ignace Gelb, Peter Koch y Wulf Oesterreicher, para determinar si es una cuestión cultural o si es tan solo una curiosidad literaria el deconstruir así un texto sagrado al hacer que tenga elementos orales. ¿Se está reconfigurando o resemantizando el manuscrito como texto sagrado en la literatura mexicana del siglo xx? ¿Se puede llamar a estos escritos “grimorios” aunque no se traten de empastados con las mismas características del grimoire medieval? Estas respuestas esperan dilucidarse a partir de la literatura y de su estudio.