Abstract
En el primer libro de su Ética Nicomaquea, Aristóteles hace dos intentos por establecer la tesis de que ser un ser humano tiene un punto, usando dos conjuntos paralelos de ejemplos. Su primer paso es sostener que siempre que algo tiene una actividad característica esa actividad es su fin, usando el ejemplo del “flautista, el escultor y, en general, cualquier artesano”. Esta identificación de la actividad característica de un artesano con la ubicación de su “bien y lo bueno” qua artesano y, por ello, presumiblemente con el télos del artesano, podría ser cuestionada, por supuesto, pero esto no afecta el curso de los argumentos y el uso de los ejemplos que quiero perseguir. Es suficiente que, para ciertos roles dados, pueda haber una relación teleológica con algún punto para aquel rol.