Abstract
La Ética a Nicómaco contiene un estudio del placer en el que se realiza una doble tarea. Por un lado, se libera a lo placentero de su dependencia con respecto al mecanismo de la satisfacción de una falta; por otro, se delimita su vínculo con la actividad humana, a la que acrecienta y perfecciona al llevarla a término. El artículo defiende, a partir del análisis que L. Couloubaritsis, R. Brague y G. Lebrun han propuesto de la noción aristotélica de placer, que éste, como resonancia de la acción, no puede desligarse en Aristóteles del érgon del ser lingüístico que es el hombre, esto es, de una vida acabada que se compadezca con la inteligencia, su facultad más elevada