Abstract
Asumimos el problema de la singularidad como categoría filosófica aplicado en las principales variables metafísicas de Platón; primero en su expresión trascendentista, que supone la lectura de las Formas eternas como entidades singulares: luego, en su redimensión en el llamado período crítico, donde se presenta nuestro concepto de manera negativa, como un propiciador de aporías: y, finalmente, en una suerte de lugar intermedio, constituido sobre todo a partir de la ambigua posición de las obras finales del pensador, que sustentan tanto la identidad absoluta de lo metafísica cuanto su traslado a las entidades determinadas. Nuestra idea básica es que la singularidad constituye uno de los aspectos más completos y ricos en posibilidades de la teoría platónica de las Formas, al punto de justificar una evolución de la doctrina, sea desde el punto de vista de su expresión, o desde lo más hondo de su pensamiento.