Abstract
El actual discurso social sobre el mal es obsoleto e ineficaz. Vivimos bajo presupuestos cognitivos (parcialmente) fallidos que se resisten a sucumbir porque están en juego necesidades psicológicas unidas a un determinado concepto del ser humano, de Dios (o de lo que se esconde tras esta idea para los ateos) y de la realidad. Este artículo trata de desarrollar un nuevo enfoque del problema-enigma del mal que pone en cuestión diez paradigmas dominantes, planteando la necesidad de reconocer su existencia (en torno al concepto de exceso) como requisito para plantarle cara como única opción moral, la de luchar con todas las armas disponibles, incluido un saber que aspira a relacionar e integrar diversos saberes en torno a un único objetivo: derrotar el mal o al menos intentarlo