Abstract
El artículo analiza el discurso de S. Kierkegaard “Todo buen don y toda dádiva perfecta viene de arriba” y lo articula con otros dos Discursos edificantes. La articulación procura, primero, elucidar por qué el sí mismo auténtico es aquel que asume que no puede nada. Segundo, muestra silencio, obediencia y alegría como las actitudes fundamentales sobre cuya base el sí mismo auténtico es en el mundo y caracteriza la fe originaria implícita en ellas como su condición de posibilidad. Finalmente, explicita el mundo en el que es el sí mismo auténtico como sitio justo abierto a la espera del reino.