Abstract
El presente artículo se propone esbozar los primeros pasos a seguir que nos permitan repensar el problema del poder y de la vivencia del poder en la filosofía de Nietzsche a través de la categoría de «lo numinoso», que importaremos desde el terreno de la psicología y la fenomenología de la religión. Pero lo «numinoso», mantenido dentro de su esfera tradicional de aplicación, es evidentemente una categoría propia del nihilismo y la décadence, del “espíritu de la pesadez” —«ese demonio cobarde que dice: “¡Existe Dios!”» —, puesto que se trata del Objeto de la religión, de «lo absolutamente Otro». Sin embargo, debemos recordar que el aporte de Rudolf Otto al acuñar tal neologismo fue el de haberse atrevido a estudiar lo divino bajo su aspecto irracional, poderoso y extra-moral. Ahora bien, tras la “muerte de Dios” se nos impone un problema desde tres frentes: la disolución de Dios, y la concomitante superación del hombre —la muerte de dios provoca un estallido en el seno mismo de esos conceptos: “sujeto”, “objeto” y la “relación” entre ambos. Si «Dios ha muerto», entonces el poder queda inmediatamente problematizado para Nietzsche. Es decir, si dios ha muerto, el problema del «Objeto» queda en entredicho. Toda la carga poderosa / numinosa / tremenda / contagiosa / fascinante de ese objeto muerto habrá de fluir hacia otro lado. Indagar el “hacia dónde” de ese flujo es lo que nos preguntaremos aquí, puesto que ello nos dará las primeras pautas y líneas para problematizar una nueva resignificación del concepto y la vivencia del «poder».