Abstract
El desplazamiento del centro de gravedad de la economía mundial hacia Asia, la transición geopolítica hacia un sistema multipolar cuya principal variable es la rivalidad entre Estados Unidos y China por el dominio del Asia marítima, y el desafío que plantea a la identidad universalista europea el auge de un continente cuyos valores culturales y concepción de la política se apoyan en otras perspectivas, sitúan a Europa ante un escenario inédito pero que condicionará en buena medida su futuro. El ascenso de Asia reduce el peso relativo de Europa, pero le obliga asimismo a reorientar su estrategia económica y geopolítica si no quiere verse marginada en la reconfiguración en curso del orden internacional.