Abstract
El pluralismo como factum es un pluralismo ético, de concepciones de vida buena -religiosas o no-, mientras el pluralismo como idea regulativa, es una tarea política que, desde la modernidad hasta el presente, exige al pensamiento y a la imaginación. Para abordar la temática que nos convoca en este Congreso, me propongo tener en cuenta las dos aristas -descriptiva y normativa- del pluralismo, es decir, asumir que las condiciones de la diferencia en el mundo moderno no eran ni tantas ni las mismas que las presentes, esto es, atender a la innegable ampliación del escenario geográfico y de los movimientos y grupos que quieren afirmar su identidad frente a una cultura hegemónica. Tal cartografía invita a reconstruir las intuiciones normativas del liberalismo político -primera versión de respuesta al reto del pluralismo ético- hasta su versión más elaborada en el debate contemporáneo, con el objetivo de indagar si ellas pueden servir de modelo para enfrentar los retos del presente. Lo haré a partir de la propuesta de Jürgen Habermas, a mi juicio no solo uno de los defensores más claros del liberalismo, sino el artífice de una de las versiones más sólidas y novedosas de esta tradición. [Fragmento]