Agora 36 (2) (
2017)
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Abstract
Ante el renovado interés por la estética y el destacado retorno de la belleza en la teoría del arte de las últimas décadas, el propósito de este artículo es analizar y cuestionar algunas de las razones que explicarían su exilio del arte contemporáneo, en concreto las que apuntan a la dimensión estética como alienadora de la acción política. Mi primer objetivo es pues mostrar que la reconsideración de la naturaleza de lo estético y el reconocimiento de la pluralidad de cualidades estéticas evita esa objeción al tiempo que impide calificar al arte contemporáneo de anti-estético. Por otra parte, apelando a las llamadas “bellezas terribles” me centraré en defender que los argumentos que limitan la opción de la belleza en el arte actual tampoco lograrían mostrar por completo el carácter anti-político de esta cualidad estética, por lo que merecería dejar de considerarse tan restringida.