Abstract
La emigración es un derecho humano, eso nadie lo discute. Ahora bien, que la emigración sea un derecho humano no significa que la decisión de emigrar escape a la crítica moral. El presente trabajo evalúa los argumentos esgrimidos en contra de la llamada deslocalización fiscal, que consiste en trasladar la actividad profesional a otro país con el objetivo de pagar menos impuestos. En concreto, se analizan los argumentos de la justicia distributiva, la reciprocidad y la solidaridad. Para ello, se compara el caso de los _youtubers_ españoles con el del trabajador a jornada parcial, el graduado universitario que no ejerce de aquello para lo que ha estudiado y el rico hedonista, y se concluye que la única diferencia moralmente significativa es que los primeros se trasladan a otro país para pagar menos impuestos, mientras que los demás no. Sin embargo, esto presupone precisamente aquello que pretende demostrar, a saber, que la deslocalización fiscal es moralmente reprobable.