Abstract
Analizamos la manipulación en el discurso público, siguiendo el drama shakespeareano Julio César y la versión fílmica de J.L. Mankiewicz. Al centrarse este discurso en la acción, son menos útiles los argumentos coherentes y bien elaborados que las apelaciones emotivas y las imágenes impactantes. Se oculta la verdad con una retórica brillante, pero perniciosa. Solo la participación activa ante la recepción de un discurso manipulador, sin renunciar a la argumentación retórica, puede ponernos en guardia de forma crítica, racional y razonable.