Abstract
El autor parte del reconocimiento del miedo como elemento constante en la historia del hombre, para ilustrar los mecanismos que para su reducción ha creado el ser humano. Entre ellos, el sistema político —y en particular el Estado moderno— se ha mostrado como el instrumento más eficaz en la reducción del miedo y de garantía de la seguridad. En este sentido, el Estado social ha significado el nivel más alto alcanzado en Occidente por un sistema político en el intento de regular y reducir el miedo, al reducir los riesgos para el ser humano provenientes del funcionamiento de la economía de mercado. Sin embargo, el artículo muestra como la crisis del Estado social en el contexto de la globalización ha provocado, entre otras cosas, un drástico paso desde una concepción de la seguridad entendida como reconocimiento de la identidad de las personas y de su participación en la vida social, a una concepción de la seguridad entendida simplemente como defensa de los individuos de los posibles actos de agresión y como represión y castigo severo de los comportamientos desviados, es decir, el paso del Estado social al Estado penal. Finalmente, el autor defiende la necesidad, especialmente para el pensamiento de la izquierda, de recuperar el sentido positivo tanto de la seguridad como de la libertad, asumiendo que la seguridad y la libertad no pueden sobrevivir fuera de estructuras políticas que no se sostengan al mismo tiempo tanto en la autonomía individual como en la solidaridad social.