Abstract
La relación entre el arte y la naturaleza fue concebida a lo largo de más de veinte siglos en los términos que Aristóteles estableció mediante el principio téchne mimeîtai phúsin, el cual tradicionalmente se tradujo como “el arte imita a la naturaleza”. Mediante el presente artículo propongo reevaluar la formulación completa del principio aristotélico con el propósito de entender que éste no solo refiere a la similitud y/o analogía entre las habilidades humanas y la naturaleza, sino también al papel complementario que estas desempeñan respecto de la naturaleza. En la primera parte del trabajo, examino las distintas enunciaciones del principio atestiguadas en el corpus. En la segunda, analizo la función que la política y su principal herramienta, la educación, cumplen respecto de la naturaleza.