Abstract
El moro de José Zorrilla se distingue de otros moros de la literatura que podrían considerarse más convencionales. Se ha notado por críticos como Narciso Alonso Cortés que otros autores románticos de la época crearon moros más parecidos a "muñecos," artificiosos. En contraste, el moro de Zorrilla, inspirado por los personajes de Víctor Hugo (Les Orientales), era siempre un hombre de carne y hueso que correspondía a su realidad. Se percibe en los Orientales (1837) del poeta las huellas verdaderas de la España árabe. Por medio de una magia verbal, el poeta había creado su mundo fantástico mientras que dibujara perfectamente unos personajes llenos de color, vida y pasión. Zorrilla era un observador habilísimo y por eso, cuando encontró algo digno de nota, escribió sobre los pueblos, personajes y costumbres de esa España granadina. Sería fácil entender cómo el poeta podía notar aun más detalles que suelen subir a la superficie. Puede notarse en sus Orientales, no sólo lo exótico, sino las características principales de sus primeros moros dibujados tan cuida-dosamente. En mi estudio, examino el desarrollo del moro típico de José Zorrilla en comparación con el de Hugo, comenzando con su primera apariencia en Oriental (de los gomeles). El moro quiere poseer a la cristi¬ana que intenta robar mientras que guarde su orgullo varonil. Este rasgo lo distingue de otro tipo de moro que se considera "esclavo" de la cristiana en Dueña de la negra toca. El papel del moro sigue transformándose en el poema Granada (1852).