Dissertation, Universidad de Buenos Aires (
2014)
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Abstract
En el último mes los practicantes de yoga que habitan la ciudad de Washington se han enfrentado con una situación que pone sobre el tapete la definición misma de su práctica. El primero de Octubre pasado, en efecto, ha entrado en vigencia una nueva legislación por la cual a los establecimientos cuya finalidad es el ejercicio físico, tales como gimnasios, centros de fitness y también, de acuerdo con las autoridades impositivas, institutos de Yoga, se les cobra casi un 6% de impuesto sobre las ganancias.
Tal medida ha desatado, posiblemente sin buscarlo, una polémica de corte filosófico. Los practicantes, por una parte, abogan por el rechazo de la aplicación del "yoga tax" o impuesto del yoga, como ha pasado a llamarse, sobre su práctica. Alegan, para ello, que la finalidad del yoga es
"integrar la mente, el cuerpo y el espíritu" y afirman que la mejora en el estado físico es un efecto secundario. Las autoridades, por otra parte, son taxativas en su visión del yoga como un ejercicio y no están dispuestas a flexibilizar sus criterios.