Abstract

La participación educativa, distinta de la política, debe estar fundada en un serio compromiso con los ideales emancipatorios de la cultura : el diálogo racional, la formación personal y el triple proyecto de descubrir la verdad, realizar la justicia y disfrutar de la belleza. La libertad es en la educación una meta que exige tutela. Analizamos a continuación los principales obstáculos que debilitan la participación o dificultan dicho compromiso: el efecto de la retórica de los Medios, la degradación de la tolerancia en complicidad y descuido; así como los prejuicios que explican la anorexia espiritual e intelectual de nuestra época. Al final, se esbozan, como remedios, algunas líneas de actuación