Abstract
En este trabajo se revisa la relación del teniente coronel Jorge Manuel Osinde con Juan Domingo Perón atendiendo al rol que cumplió como agente de control estatal y represor en el primer período peronista y luego como custodio del movimiento, desde el exilio a la vuelta al poder del ex presidente. A partir de ello intentamos repensar acerca de las continuidades de prácticas represivas estatales o paraestatales en gobiernos incluso democráticos, en la segunda mitad del siglo XX. Sobre todo, se intenta percibir la transformación que el concepto de enemigo político asumió dentro del movimiento peronista, mientras que este se ampliaba ideológicamente hacia una izquierda revolucionaria o una izquierda nacional. Se observa cómo desde la perspectiva de uno de los cuadros más leales al peronismo como Osinde, el enemigo sospechoso será perseguido primero por un antiperonismo caracterizado difusamente como propio de “agentes comunistas” (aun cuando se tratara de radicales, socialistas, o incluso comunistas) y más tarde por infiltrados o agentes externos/extraños al movimiento. El caso de Osinde, a nuestro juicio, aporta a la comprensión de la marcialidad, es decir la imbricación entre conductas militares, prácticas policiales y lealtades políticas, como una de las características sobresalientes del conglomerado de la ortodoxia peronista, a posteriori identificado como “derecha peronista” por los historiadores.