La democracia, entendida como el horizonte moral de la sociedad occidental, ¿necesita la terminación de la filosofía como saber fundante último? ¿Conllevan todos los relatos del fin de la filosofía una derrota de la verdad en favor de la opinión, una transformación y subordinación del propio discurso filosófico a la forma de convivencia que se considera más justa, más abierta, más inclusiva? Dicho de otra manera, ¿la pregunta sobre qué tipo de vocabulario y de acercamiento filosófico puede servir mejor a (...) la libertad humana tiene que ser la pregunta filosófica fundamental? ¿Habría que hacerle entonces a la filosofía las mismas terroríficas preguntas que Lenin le hizo a la libertad: filosofía sí, pero, ¿para quién, para hacer qué? A lo largo de este ensayo, se abordan estas cuestiones de la mano de dos relatos que teorizan el final de la filosofía con más de cuatrocientos años de diferencia. el primer relato es obra de Thomas Hobbes. el segundo, lo protagonizan Gianni Vattimo y Richard Rorty. el juego de espejos que se estable en el texto entre ambas narrativas quiere ser una reflexión sobre la identidad del discurso filosófico y su implementación en la institución universitaria en el marco de las democracias del siglo XXI. (shrink)

Thesis (Ph. D.)--University of Hawaii at Manoa, 1991.

I discuss the way in which the cleavage between the Continental and the Anglo-American philosophies originated, the images of both philosophical worlds, the converging rediscoveries from the Seventies, as well as recent ecumenical or anti-ecumenical strategies. I argue that pragmatism provides an important counterinstance to both the familiar self-images and to fashionable ecumenical or anti-ecumenical strategies. My conclusions are: Continental philosophy does not exist; less obviously, also analytic philosophy does not exist, or does not exist any longer as a current (...) or a paradigm; what does exist is, on the one hand, philosophy of language and, on the other, philosophy of mind, that is, two disciplines; the dissolution of analytic philosophy as a school has been extremely fruitful, precisely in so far as it has left room for disciplines and research programmes; what is left, of the Anglo-American/Continental cleavage is primarily differences in styles, depending partly on intellectual traditions, partly owing to sociology, history, institutional frameworks; these differences should not be blurred by rash ecumenical; besides, theoretical differences are alive as ever, but within both camps; finally, there is indeed a lag in the appropriation of intellectual techniques by most schools of ‘Continental’ philosophy, and this should be overcome through appropriation of what the best ‘analytic’ philosophers have produced. (shrink)